LA MARCA DEL DESEO.
Te acercaste lentamente,
acariciaste mi cuerpo,
desabrochaste mi blusa,
codiciaste mis pechos.
Nos besamos lentamente
recorriendo con las manos
superficies ya sabidas
en la memoria de ambos.
Quise que fueras más lejos,
que exploraras sin dudar
cada rincón escondido
deseoso por explotar.
Habías pasado el límite
de mis niveles pensados
cuando te separaste de golpe
y te vestiste apurado.
Te miré sorprendida.
Dijiste: ya no es mi juego.
Te fuiste y me dejaste
con la marca del deseo.
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